Para que sean otros «pájaros» los que veamos volar
Llevamos días escuchando noticias sobre el impacto devastador de los incendios y desde ForesCyL queremos mandar un mensaje de optimismo. No todo está perdido pero -eso sí- necesitamos un cambio de mentalidad.
El miedo y la desesperación no deben hacernos perder la esperanza. Hacemos esta reflexión optimista para que llegue a todas esas personas que lloran las pérdidas de estos días. Desde el sector forestal-madera compartimos su frustración. Vivimos y trabajamos estrechamente vinculados a la población de las zonas rurales y sentimos que con el fuego se van una parte de nuestras vivencias. Pero también para contrarrestar las voces amargas que aprovechan la coyuntura y pintan negro el futuro achacando, injustamente, actitudes retorcidas a las empresas de aprovechamientos forestales y a la industria forestal completamente fuera de la realidad.
Titulares como “Los maderistas ya se están frotando las manos” (La Opinión de Zamora 29-6-2022) hacen mucho daño. Equivale a pensar que los médicos de un hospital celebran epidemias como la del COVID-19 porque ellos viven de la enfermedad ajena.
Esta visión distorsionada que tiene una parte de la sociedad sobre los maderistas tiene su origen en un marco de pensamiento muy extendido que demoniza el hecho de cortar madera a la vez que demanda productos ecológicos; piensa que utilizar leña-biomasa es volver al pasado; y considera que la ganadería extensiva está obsoleta. Desde el profundo desconocimiento del mundo rural piden medios para que se “limpie” el monte con dinero público (como si saliera de un saco infinito) y también que se dote a los pueblos de recursos ilimitados para la gestión de un medio rural subvencionado, controlado desde la ciudad, en el que no se permite el desarrollo de actividades económicas.
¿Existe el cambio climático? Claro que sí. ¿Es el causante directo de los incendios? No exactamente.
El calentamiento global lo que produce es que los incendios sean mucho más agresivos y se escapen a nuestro control.
Si prescindimos de la gestión no hay futuro para el monte
Se ha quemado el monte, sí. Tantos miles de hectáreas calcinadas despiertan mucha rabia y todo el mundo grita pidiendo soluciones. Y mirar con optimismo hacia el futuro no significa ignorar que las cosas cada vez se vuelven más complejas. Si en adelante observamos el mundo con ojos más comprometidos rápidamente nos daremos cuenta de que los mayores desafíos a los que se enfrenta el medio ambiente no están a nuestras espaldas, sino que aún están por llegar.
Por eso estos incendios, a pesar de su terrible impacto, hay que interiorizarlos. Entender sus causas y analizar sus consecuencias. De esta manera podremos estimular los cambios que se precisan para enfrentarnos, mejor preparados, a tales desafíos.
La manera de hacerlo pasa inexorablemente por ir a la raíz del problema y que la sociedad entienda que muchas de nuestras vulnerabilidades son de cosecha propia. Que tienen su origen en las decisiones que hemos tomado, en las oportunidades que no hemos sabido identificar o en las acciones que no hemos tenido el coraje de emprender. Por eso es hora de tener la valentía de afrontar las consecuencias y de prepararnos para el futuro, condicionando este optimismo, al compromiso de poner los medios para no repetir los mismos errores, y diseñar nuevas soluciones desde ese cambio de mentalidad.
Para evitar los incendios forestales en el futuro hemos de desarrollar el marco de actuación acorde con el problema que tenemos que abordar. El marco actual, al prescindir de nuestra mejor baza: la gestión de los montes, no funciona. Y el problema es que mientras sigamos instalados en él seremos incapaces de visualizar soluciones y tomar decisiones correctas. El cambio de mentalidad que hace falta consiste en aceptar la idea de que el monte improductivo está abocado al abandono y que en un medio natural antropizado la única manera de evitar incendios es manteniendo una gestión forestal sostenible.
Para que esto fuera posible en Castilla y León se requiere una inversión mínima de apenas 30 euros por hectárea
Solo un dato: según la Asociación Sindical Profesional de Agentes Medioambientales de Castilla y León, el gasto medio por hectárea calcinada es de 10.000 euros.
Esta cifra parece indicar a las claras que nuestra única opción pasa por gestionar para la prevención.
No va a ser fácil. Somos forestales y nos cuesta hacer llegar nuestro mensaje. Llevamos años marginados por las administraciones a pesar de estar “a pie de obra”. Resulta paradójica esta falta de consideración precisamente ahora cuando, tras los incendios, somos los primeros en ponernos manos a la obra. La restauración de las zonas quemadas también es gestión forestal y somos los agentes del sector forestal los que trabajaremos, a contrarreloj, para lograr la óptima regeneración.
Con el fuego perdemos todos
Los problemas no han hecho más que empezar. En los próximos meses se manifestarán las consecuencias menos conocidas de los incendios. El incremento de madera en el mercado previsiblemente provocará una bajada brusca de precios que generará pérdidas a todos los maderistas, que ya tienen comprada madera verde a precios más altos. El bajo precio retraerá la venta de madera verde, cuya corta es necesaria para la gestión forestal sostenible de los montes, y ralentizará el avance de la gestión forestal hacia la adecuada planificación y profesionalización de toda la cadena en todo el territorio.
El sector de aprovechamientos forestales en Castilla y León está muy tecnificado y los últimos años trabaja a pleno rendimiento. No habrá capacidad para cortar la madera en los plazos necesarios y una parte de ella desgraciadamente se estropeará. Será necesario suspender cortas verdes para que las máquinas trabajen en cortar la madera de los incendios y tendrán que venir máquinas de Galicia o Portugal, lugares afectados también por la ola de incendios forestales.
Tanta urgencia abre un periodo escabroso, favorable a la especulación, con el peligro de echar por tierra el trabajo de profesionales serios del sector forestal que en los últimos años han invertido muchos cientos de millones de euros, no para especular, sino en base al crecimiento de la masa forestal en la región.
Pero es el momento. La Junta de Castilla y León ha colapsado ante la falta de medios para hacer frente a la ola de incendios. Ha quedado al descubierto un problema estructural y la solución pasa por que se nos escuche y se comprenda el alto valor estratégico del sector forestal-madera en una comunidad eminentemente forestal.
Aberraciones como la ausencia de representación forestal en el recientemente creado Consejo Asesor de Medio Ambiente del MITECO son la espoleta que necesitamos para revelarnos y asumir que en algún momento tendremos que pasar a la acción. La plataforma ForesCyL es un primer paso. Un esfuerzo por hacer sector para posicionarnos proactivamente y liderar el cambio de mentalidad.
Piense en esto Sr. Mañueco: «Si tu única herramienta es un martillo todos los problemas te parecerán clavos”.
Aquí nos tiene, preparados y dispuestos a desplegar todo nuestro potencial… ¡¡GESTIÓN!! ¡¡GESTIÓN!! ¡¡GESTIÓN!!